Hace
unos días estuvimos cenando en el Restaurante Los Infantes de Almoradi, un
restaurante que poco a poco nos está cautivando con sus propuestas, y nos
presentó una ensalada que me encantó tanto por su sabor como por el concepto
aplicado a la misma.
Era una ensalada muy
sencilla, con muy pocos ingredientes y presentada de forma individual y la verdad
es que resultó muy deliciosa dejando una sensación muy agradable en su
degustación.
Me propuse reproducirla
simplificando aún más su elaboración al utilizar solamente en su aderezo una
mezcla de hierbas aromáticas que ha resultado deliciosa.
Espero que os guste.
Ingredientes (para 4 raciones):
2 tomates rojos duros, 3 alcachofas,
albahaca, orégano, estragón, sal negra (si no encontrásemos, podemos utilizar
cualquier otro tipo de sal aromatizada), aceite de oliva virgen extra y dos
limones.
Preparación:
En un bol echamos agua y
exprimimos los dos limones en ella.
Pelamos las alcachofas y
troceamos los corazones en láminas lo más finas posibles echándolas inmediatamente
en el agua con limón para que no se ponga negras.
Pelamos los tomates y lo
cortamos en láminas transversales lo más finas posibles. Reservamos hasta la
presentación.
Elaboración:
En una sartén ponemos aceite de oliva en abundancia y lo calentamos. Cuando
esté bien caliente echamos las láminas de alcachofas que previamente hemos
escurrido y sazonado y dejamos freír hasta que estén bien doraditas con mucho
cuidado de que no se lleguen a quemar.
Sacamos de la sartén y ponemos en un plato sobre papel de cocina para
escurrir bien el aceite.
Presentación:
En cada plato colocamos tres rodajitas
de tomate y espolvoreamos ligeramente sobre ellas la albahaca, el orégano y el
estragón.
Sobre estas rodajas colocamos un
puñadito de chips de alcachofas.
Espolvoreamos sobre el conjunto una
pizca de sal negra y echamos un chorrito muy fino de aceite de oliva virgen
extra.
Listo.
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Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz (Platón)
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