Un
revuelto buscando nuevas recetas para pasar este verano tan caluroso, para
conseguir comidas que nos sean apetecibles y agradables.
Un
entrante con una mezcla de verduras y marisco con sabores muy apetitosos que
crean una perspectiva prometedora de la comida que iniciamos.
Espero
que os guste.
Ingredientes (para 4 raciones):
8
cigalas, 8 espárragos trigueros, 100 gramos de anguriñas, 2 puerros, 2 diente
de ajo, ½ vaso de caldo de carne, aceite de oliva y sal.
Preparación:
Pelamos las cigalas separando la carne de la cola y reservando algunas
cabezas.
Cortamos el tallo duro de los espárragos y lavamos bien. Sazonamos.
Lavamos los puerros y lo cortamos en juliana fina. Los secamos bien,
sazonamos y espolvoreamos sobre ellos unas cucharadas de harina para rebozar.
Pelamos los ajos y los cortamos uno en láminas más bien gruesas y el otro
lo picamos fino.
Lavamos bien y escurrimos las anguriñas.
Elaboración:
En una sartén con unas gotas de aceite hacemos los espárragos como si
fueran a la plancha. Reservamos
En otra sartén con abundante aceite freímos los puerros hasta que estén
crujientes. Los apartamos y escurrimos bien de aceite.
Comenzamos a sofreír el ajo picado en otra sartén con un poco de aceite,
salteando sobre el las cigalas, un par de vueltas. Añadimos el caldo de carne y
dejamos reducir un poco.
Sofreímos también 4 cabezas de cigala.
Un una sartén ponemos a freír los ajos cortados en láminas y salteamos,
vuelta y vuelta, las anguriñas. Apartamos y escurrimos bien de aceite.
Presentación:
Ponemos en una fuente en primer lugar el
puerro, sobre el los espárragos trigueros y el cuerpo de las cigalas. A un lado
ponemos las anguriñas. Adornamos con las cabezas de las cigalas. Vertemos sobre
todo un poco del jugo resultante de cocer las cigalas.
Presentamos el plato al centro de la
mesa.
Listo.
Importante: Tanto
el texto como las imágenes publicadas en este blog están protegidas bajo
una licencia
Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz (Platón)
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