Una receta que realicé hace ya 10 años, una de las primeras que edité en mi blog y que quiero rememorar ahora ya que es uno de los platos que más me han gustado de siempre.
Curiosamente nace de casualidades ya que la receta fue recogida de un envase de bacalao congelado, aunque realmente parece ser que es una receta de origen catalán, y la incorporación de las torrijas fue consecuencia de aprovechar unas torrijas que habían sobrado en otra elaboración. El caso es que de esta combinación nace una receta extraordinaria que podemos utilizar como un plato principal y también como una tapa, un bocado exquisito.
Siempre debemos aprovechar a la hora de elaborar nuestro recetario las opciones que se nos cruzan en nuestra vida, las ocurrencias, las ideas que nos surgen cuando estamos en la cocina y así ir creando platos y combinaciones que no es que sean recetones de grandes cocineros pero que si que nos sirven para utilizar con éxito en nuestra familia y con nuestros amigos.
Espero que os guste.
Cuando la cebolla coja color añadir el tomate y dejar hacer a fuego medio.
Cuando haya hervido un poco añadir un puñado de piñones y de pasas que previamente hemos escurrido. Remover.
Añadir la cucharada de tomate concentrado y remover bien. Dejar freír a fuego medio durante unos 8 minutos.
En ese momento añadir una cucharada de harina y mezclar bien con el frito.
Incorporar los trozos de bacalao que se habían apartado, ½ vaso pequeño de vino de jerez seco y 1 vaso caldo de pescado. Dejar reducir, para que no salga muy caldoso y removiendo un poco de vez en cuando para que no se pegue. Un poco antes de apartar espolvorear un poco de perejil picado.
Ir sacando los trozos conforme vallan dorándose y poner en un plato con papel absorbente para escurrir bien el aceite.
En un plato aparte se ponen las torrijas y se espolvorean con azúcar.
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