He querido buscar una receta para acabar el periodo de cuaresma y lo he hecho desde la perspectiva de la economía y la cocina de aprovechamiento. En estos momentos en los que la situación tan complicada con continuas subidas de precios en todos los productos, con una creciente incertidumbre en el desenvolvimiento de los acontecimientos que están ocurriendo, es muy importante desarrollar, no ya en la cocina sino en todos los aspectos, una cultura de ahorro y aprovechamiento (por lo menos para los mortales de a pie) que nos haga superar todos los problemas que están surgiendo.
Disfrutar de un buen plato no tiene por que ser caro. Pienso que en las cocinas debemos agudizar la imaginación y buscar el camino para conseguir un gran sabor y una alimentación saludable en nuestros platos. Con productos gourmet de primera calidad es muy fácil crear estos platos, eso si a un precio muy elevado y en la mayoría de nuestras casas esto es imposible.
Para esta receta he buscado productos muy económicos y he intentado aprovechar al máximo todo lo que muy a menudo se desecha en las elaboraciones, espinas, cascaras, cabezas, son desperdicios que pueden sernos muy útiles si los sabemos utilizar.
La caballa es un pescado muy apreciado en el Mediterráneo, ya los romanos la utilizaban para elaborar el mejor "garum" que se conocía con ellas, un pescado azul muy saludable con un alto contenido en Omega3, muy sabroso y con un precio realmente interesante si lo comparamos con el de otros peces que existen en el mercado. Los mejillones, gracias a que son cultivados, suelen tener un precio que es bastante asequible y que nos podemos permitir en casa; y los gambones son un marisco con uno de los precios más bajos que podemos encontrar aunque es cierto que su calidad es inferior a otros (no hay color si lo comparamos con una gamba roja por ejemplo) pero que bien tratado puede ser un producto realmente interesante.
Aprovechar los restos de la limpieza de los pescados y los crustáceos es fundamental. En esta elaboración he utilizado las espinas que deseché la semana pasada en la receta de los lenguados para realizar un caldo de pescado extraordinario y también he utilizado las cabezas de los gambones para realizar la salsa de marisco. Realmente hemos desperdiciado muy poco y hemos conseguido un plato para chuparnos los dedos con un precio muy asequible.
Espero que os guste.
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