Y es que esta carne, grasa (con mucho sabor), es muy conveniente acompañarla con fruta ya que la acidez de la misma resalta el rico sabor de esta carne, a la vez que se va a ver enriquecida con una importante cantidad de vitaminas, minerales, fibra y sustancias de acción antioxidante, muy beneficiosas para nuestra salud.
¿Que fruta podéis elegir?, pues la que mas os guste. En este mismo blog ya la he empleado con varias, podeis ver recetas con manzana, con cerezas y granada (en una salsita), dátiles, pasas, mango, frambuesas... y esta que os presento hoy que está acompañada de una deliciosa piña.
Para dar mas sabor a este plato lo aderezo con una salsita realizada con vino dulce y azúcar que lo hace tremendamente delicioso.
Deciros también que su elaboración me ha resultado muy relajante ya que el proceso de su elaboración es muy tranquilo, sin demasiadas preparaciones y una rápida cocción.
Espero que os guste.
Ingredientes (4 raciones):
2 solomillos de cerdo (1 kg. aprox.), 1/2 piña, 75 gr. de azúcar, 200 ml. de vino dulce (un vaso aprox.), 200 ml. de caldo de verduras (1 vaso aprox.), aceite de oliva, sal y pimienta.
Preparación:
Limpiamos bien los solomillos de grasa y ligamentos, y lo cortamos en medallones de unos 2 cm. apróximadamente. Lo salpimentamos.
Pelamos la piña y quitamos la dureza del centro. Cortamos en cuñas de unos 2 cm. aproximadamente.
Elaboración:
En una sartén con un poquito de aceite asamos los medallones de solomillo durante 3 o 4 minutos por cada lado. Debe quedar bien cocinado. Sacamos de la sartén y reservamos.
En la misma sartén freímos los trozos de piña durante 30 segundos por cada lado. Apartamos y reservamos.
En la misma sartén vertemos el vino dulce y el azúcar y dejamos que el vino se reduzca a la mitad. En ese momento añadimos el caldo de verduras y nuevamente dejamos que reduzca a la mitad hasta tener una salsa mas bien espesa.
Presentación:
Servimos la carne acompañada de la piña y la salsa.
Listo.
SULFITOS, APIO
Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz (Platón)
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